lunes, 17 de febrero de 2014

Malo o bueno:

¿cómo reconocer a los malos?

Antes de empezar este ejercicio, debemos entender, preguntarnos, de que lado estamos, que lugar ocupamos o deseamos ocupar en este juego que es la vida. Ahora, elija, que quiere ser usted: "bueno" o "malo". Cómo en un filme infantil. Si usted eligió malo. El resto del texto no le servirá más que para nivelar su nivel de maldad. Si, en cambio, opto por "bueno". Lea este texto, sin remordimientos sin en su juventud, busco lo dañino. Los jovenes buscan desafíos y ser del equipo malvado ofrece un nivel de dificultad mayor.

Piense primero que el juego intenta confundir a los participantes, quiere que ellos no vean nitidamente el equipo que representa cada jugador. Uno puede juzgar a un bueno por malo y viceversa. El primer objetivo es ese: reconocer a sus compañeros de lucha. Algunos serán evidentes, otros serán evidentes mentiras. Pronto comprenderá como distingirlos y actuará con mayor libertad. Este paso es indispensable si usted elige como objetivo ganar. Pues, si usted no reconoce a sus compañeros, difícilmente logre los objetivos más complejos de los niveles más interesantes. Así que, elija un equipo ahora y decida a que quiere jugar.

El juego es complejo y el objetivo desconocido. Esto se lo debo confesar a los lectores. Esto no es un cuento. Si usted aun duda en que bando alistarse: piense en su historia de vida y en sus mayores alegrías. Cuando sintió más energía, cuando usted hacía el bien o cuando el mal fecundaba a aquellos que intentaban hacerlo. (Recuerde que el mal no se hace, se desea. Por lo que no imagine juicios posteriores, los malos no se reconocen nunca a sí mismo como malos, fingen bondad esperando que esta mengue). Usted jamás conocerá la verdadera maldad, nunca será su creador. Quizás llegue a promotor o a inspirador. Por lo que le ruego que se invocre en el otro lado. Le juro que es más prometedor.
Pero la elección es suya.

Catalogue y enumeré a sus "yoes" interiores y analice sus objetivos. No piense en sí mismo como el objeto que ahora lee y juzga literatura. Piénsese como aquel que pueda llegar a ser usted en otro momento del día. Imagine situaciones y sus resoluciones. Su lugar en la partida y el final de esas historias.
Este es el modo más eficaz para detectar a que bando pertenece uno. No se aflija si usted pertenecía al bando de la maldad en el pasado. Sepa que, en este nivel del juego, ya no quedan jugadores del equipo de los buenos. Pues ya todos han avanzado y han dejado este escollo, este nivel, atrás.
Por lo que es imperioso buscar nuevos pretendientes para este equipo. Claramente puedo afirmar, en este nivel, que los buenos van ganando. Piense en esto si aun no ha elegido bando.

Júzguese y juzgue a sus jueces. Elévece y vea la verdad en tercera persona ¿A que bando usted le regala sus fichas invisibles? Quizás piense que estoy equivocado, allí deje de leer este texto. Usted ya eligió el bando del mal. Porque en el momento que uno comienza a contradecir un texto arbitrareamente comienza su juego  malvado. Podrá quizás volver a nuestro bando. Porque nosotros si acepamos desertores. Aproveche las ventajas y siga leyendo con placer y disfrute de meterse en el pensamiento de quien escribe.

Ahora usted puede dejar de leer y con la linea que a usted lo dibuja dejarse llevar hasta el reconociente interior. Vea ese final. Sin dudas usted ha abrazado a Dios, si es que acaso, dios no es usted mismo. Sentirá entonces que no hay dos bandos y que simplemente usted esta fingiendo malestar o incomprensión.
Piénselo y decida su futuro, en este momento es importante que usted lo haga. Muchos lo esperaremos. Pues el juego no se reanudará hasta que los jugadores (todos), no elijan equipo.  Recuerde siempre, que la diversión es el objetivo principal de los inventores de los juegos. Limpie esa soberbia y miré ahora donde apoyará su primera jugada. El juego, para usted, está por comenzar, si es que acaso, usted no está ahora jugando y en una distracción leyó estas líneas.



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